Dividendos a través de los fondos

dividendosTodos los pequeños y medianos inversores están muy acostumbrados a cobrar dividendos a través de sus inversiones en bolsa. Es una forma tradicional para obtener una rentabilidad entre el 2% y 8% todos los años a través de la remuneración para el accionista. Y que es mayor que la que proporcionan las tradicionales recetas para incentivar el ahorro, tales como depósitos a plazo, pagarés bancarios… Pero la evolución de ciertos productos financieros ha llevado a que se amplíen a otros diseños. Es el caso de los fondos de inversión, que también reparten dividendos entre sus partícipes, aunque de momento no de forma mayoritaria y bajo porcentajes no tan atractivos.

 

Una clasificación de los fondos se establece en si son de acumulación o de reparto. Serán estos últimos los que encargan de distribuir una remuneración de forma periódica a sus suscriptores. Pero con dos diferencias primordiales con respecto a la inversión en bolsa. En primer lugar, esta es una tendencia que está empezando a consolidarse, pero no está desarrollada plenamente. Y en segundo, que la remuneración es menos atractiva, en donde es mucho más difícil sobrepasar la barrera del 5%, y fundamentalmente provienen de los fondos de renta variable, aunque sin marginan otras composiciones, incluso de renta fija.

 

Su retribución se establece en función de las estrategias de cada gestora, con abonos que pueden ser mensuales, trimestrales o anualmente, y en donde son los propios usuarios quienes pueden seleccionarlos en función de sus preferencias personales. Una pequeña parte de estos productos, por el momento, conforman la actual oferta que vienen desarrollando las gestoras, y entre los que sobresalen – a título de ejemplo – algunos tan conocidos como Fidelity Euro Bond o Legg Mason Brandywine Global.

 

La mecánica no es excesivamente complicada para que la importen los inversores, ya que solamente tendrán que sumar estas ganancias, – que irán a parar directamente a su cuenta corriente – con la posible rentabilidad que proporcionen los fondos a través de la evolución de sus precios. Y que en cualquier caso, se constituye como un aliciente más en manos de los ahorradores.