Va siendo muy habitual entre los ahorradores que cuentan con una bolsa muy pequeña de ahorro si les merece la pena entrar en los mercados de renta variable a través de la compra de acciones. Pues bien, en casos más bien comunes, que disponen de un liquidez de hasta 1.000 euros, seguramente que la operación no merezca la pena.
Esto es debido, a que si bien es cierto que las acciones pueden revalorizarse ampliamente, no compensa para cantidades tan pequeñas. El motivo se debe a que habrá que amortizar las comisiones, tanto de compra como de venta que generarán las operaciones, y que hará que el esfuerzo de los pequeños y medianos inversores debe ser mayor.
En todo caso, y en el mejor de los escenarios posibles para ellos, los beneficios en cada operación serán francamente muy exiguos, en no más de 20 o 30 euros. Ante lo cual no merecerá la pena, ya que los riesgos son sensiblemente mayores, con la posibilidad de perder parte del ahorro invertido. Y claro está, en esta situación, no valdrá ña pena el esfuerzo inversor.
El único resquicio que disponen estos ahorradores es inclinarse por valores muy especulativos y volátiles, que en pocas sesiones bursátiles pueden ver como se revalorizan sus precios en hasta un 50%, incluso más en algunos vasos, tal y como se puede comprobar en el reciente historial de la bolsa española… y también internacional.
Para estos inversores, con ahorros tan pequeños, hay habilitados otra serie de productos financieros más ajustados a sus especiales necesidades de inversión. Pasan por contratar fondos de inversión, y otros más agresivos (warrants, contratos por diferencia, futuros, etc.), aunque el riesgo en algunos de ellos sean mayores.
Y es que, con estas cantidades tan nimias, poco se puede hacer, más allá de ganar unos cuantos euros que irán a parar automáticamente a su cuenta corriente. Será más aconsejable esperar un poco a ir agrandando la bolsa de ahorrar para dirigirla hacia los mercados para la inversión. Y a través de sus muchos modelos que contempla el sector bancario.